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COP 28
Así va la COP28: la primera cumbre climática presidida por un petrolero

Así va la COP28: la primera cumbre climática presidida por un petrolero

 Así va la COP28: la primera cumbre climática precedida por un petrolero

Aunque el mundo espera una fuerte declaración política sobre el abandono de los combustibles fósiles, es poco probable que el Sultán Al Jaber, director de una de las compañías más grandes de petróleo en Dubái y quien lidera este año las negociaciones climáticas, impulse este debate. Por otro lado, pese a las críticas que ha recibido su gestión, en la apertura de la COP se adoptó el Fondo de Pérdidas y Daños, un mecanismo clave para los países más vulnerables al cambio climático.

Tatiana Rojas

Líder de comunicaciones Asociación Ambiente y Sociedad

Cada año alrededor de 196 países dejan a un lado sus diferencias políticas y se reúnen para negociar el futuro del  planeta. Lo hacen desde 1995 con el compromiso de desacelerar los efectos del cambio climático. Este año, esta reunión conocida como Conferencia de las Partes (COP) es la versión 28, e irá desde el 30 de noviembre hasta el 12 de diciembre en Dubái, Emiratos Árabes, uno de los mayores productores de petróleo. Aunque ha sido una COP muy criticada, ya está dando algunas sorpresas.  

Desde que se designó a comienzos de este año al Sultán Ahmed al Jaber como presidente de la COP28, jefe del gigante petrolero Abu Dhabi National Oil Company, y quien busca expandir la producción de crudo en Emiratos Árabes, la preocupación sobre el curso de esta COP incrementó, pues ha dicho que su gremio no tiene que decirle adiós a los combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo), por el contrario, pueden seguir produciendo estos contaminantes si capturan sus emisiones, una declaración opuesta a lo que se ha impulsado durante años en estas negociaciones.

Por otro lado, se ha criticado la presencia de empresas petroleras como invitadas especiales a la Cop en Dubái: por primera vez habrá un pabellón para la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Para algunas organizaciones de la sociedad civil esto representa una amenaza a las decisiones que se tomen en términos de transición energética, pues es bien conocido el lobby que estas empresas han realizado por años en las diferentes cumbres climáticas, según una reciente investigación de la organización Kick Big Polluters Out.

Una de las organizaciones que ha sido crítica frente al rol del presidente de la COP28 es la Asociación Ambiente y Sociedad, pues junto a 136 organizaciones y redes de la sociedad civil de América Latina y el Caribe y otros aliados, le expresaron a la secretaría ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) su desacuerdo con esta designación y solicitaron la revocación de la misma por el evidente conflicto de intereses del Sultán al Jaber.

“Más de 450 redes y cientos de ONG desde enero de 2023 nos manifestamos en contra de que el escenario central lo presidiera el CEO de una de las 10 empresas petroleras más grandes del planeta. Naciones Unidas hizo caso omiso y lógicamente esto se mantuvo: aumentó el cabildeo empresarial, mientras que la sociedad civil y los afectados no son llamados a la mesa principal”, mencionó Margarita Flórez, directora de la Asociación Ambiente y Sociedad.

A esta polémica se suma la denuncia que hizo la BBC días antes de iniciar la COP sobre los presuntos planes del presidente de utilizar su papel como anfitrión para cerrar acuerdos sobre petróleo y gas con al menos 27 gobiernos, entre ellos, Colombia. Pero, el presidente de la COP28 niega haber utilizado la cumbre climática de la ONU para promover acuerdos petroleros. “Estas acusaciones son falsas, falsas, incorrectas y no exactas. Es un intento de socavar el trabajo de la presidencia de la COP28”, dijo Jaber en una rueda de prensa en el recinto de Dubai Expo City para la cumbre climática de la ONU.

Pese a las críticas y dudas que rodean del Sultán al Jaber, para Manuel Pulgar-Vidal, presidente de la cumbre COP20 en Perú en 2014, “el mundo está esperando que impulse una declaración política fuerte que incluya estrictamente la palabra “abandono” de los combustibles fósiles, ya que en la declaración política de la COP 27 en Egipto no hubo consenso”. Sin embargo, es evidente el desánimo de organizaciones sociales quienes no creen que esto ocurra en Dubái, un país petrolero y bajo la presidencia de un petrolero.

Aún así, Al Jaber inició su presidencia con un importante avance: en la apertura de este encuentro, anunció la puesta en marcha del Fondo de Pérdidas y Daños, un mecanismos necesario para que los países vulnerables tengan los recursos suficientes para enfrentar los embates del cambio climático, y el cual había sido discutido por décadas sin que hubiera un consenso sobre su funcionamiento.

En el borrador presentado en esta COP se estipula que este fondo será administrado por el Banco Mundial durante los próximos cuatro años y que las donaciones que ingresen a este fondo serán voluntarias. Sin embargo, aún no tiene objetivos y metas claras, ni se conoce a ciencia cierta a qué países se va a financiar, es decir, si Colombia entra en esta bolsa.

Ante una noticia tan repentina, muchos expertos han empezado a criticar el borrador presentado. De acuerdo con Ana Malagón, investigadora del programa de Justicia Climática de la Asociación Ambiente y Sociedad, “el Fondo de Pérdidas y Daños contará con alrededor de 400 millones de dólares, una cifra ínfima con respecto a los verdaderos costos que ya los países vulnerables están asumiendo anualmente como consecuencia de la intensificación de los eventos climáticos. Se debería estar hablando de billones. Adicionalmente, el documento no cuenta con un enfoque de derechos humanos ni de justicia climática, pues ignora el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas”.

Aunque en principio, el gobierno colombiano, junto a otros gobiernos de países del Sur Global,  se habían opuesto a que este fondo sea administrado por el Banco Mundial, ya que su financiación no se basa en subvenciones, sino en préstamos, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, explicó, a través de un comunicado de prensa, que aceptaron que el Banco Mundial gestione el fondo, “porque será por periodo de cuatro años y bajo las condiciones que establezcan los países vulnerables”.

¿Vamos por buen camino?

A esta preocupación del efecto real que tendrá está COP en los avances hacia una descarbonización de la economía y el lobby que estarán haciendo las empresas petroleras, se suman las advertencias del primer Balance Global, uno de los hitos de la COP de este año, pues se trata del primer informe basado en información científica y otros  insumos, presentado por CMNUCC que evalúa los avances y retrocesos de los históricos compromisos adquiridos en 2015 a través del Acuerdo de París, y que serán la base para que los países aumenten su ambición y mejoren sus compromisos climáticos.

Las primeras conclusiones de este balance, que se elaborará cada cinco años, indican que estos países a los que aplaudimos porque marcaron un hito en la historia de la humanidad comprometiéndose a transformar sus economías, no han hecho lo que se requiere para cumplir lo acordado: limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1,5 grados, una meta cada vez más difícil de cumplir, pues según los anuncios realizados por los países, estamos rumbo a un incremento de entre 2,4 y 2,6°C en el 2025.

El documento, en su versión resumida, entrega 17 conclusiones generales sobre lo que se requiere para acelerar la acción climática. En pocas palabras pide una “descarbonización radical de todos los sectores de la economía” que incluye “aumentar la energía renovable y al mismo tiempo eliminar gradualmente todos los combustibles fósiles, poner fin a la deforestación, reducir las emisiones distintas de CO2 e implementar medidas tanto del lado de la oferta como de la demanda”.

Para la ministra Muhamad, los resultados del balance mundial son negativos, porque en vez de ir en una trayectoria de reducción de emisiones al 2030 del 43% para lograr la estabilización del clima, estamos en una trayectoria de aumento de un 20% de las emisiones al 2030. Por lo que pedirán, junto a otros países, un tratado de no proliferación de combustibles fósiles.

“A lo que estamos llamando es a que haya una transición de acuerdo con el cambio climático, que no genere una crisis económica y esto requiere de un tratado y un acuerdo internacional que sea complementario a la COP. Esto deberá ser un trabajo político para lograr una transición económicamente racional. En este momento, cada país hace lo que puede y eso no nos está llevando a una estabilización del clima”, señaló en una rueda de prensa previa a su viaje a Dubái.

Por su parte, Malagón cree que este informe, más allá de ser una alerta, no sólo dará herramientas para que los países mejoren sus acciones climáticas, sino que también podrá ayudar a mejorar la cooperación internacional, “porque al mostrar qué está funcionando y qué no, puede conducir a canalizar recursos, transferencia de tecnologías o fortalecimiento de capacidades a los países más vulnerables de la manera en la que realmente se necesita”.

Sin recursos, no hay cambio

Otro de los temas claves de este año y en donde se esperan decisiones importantes es en la agenda de financiamiento climático, es decir, establecer con cuánta plata contamos y cómo se va a ejecutar ese recurso para cumplir con las promesas climáticas. Sobre este tema es importante mencionar que durante la COP 15 en el 2009 se definió que los países con mayores ingresos iban a transferir 100 mil millones de dólares anuales hasta 2020 a los países con menores ingresos, meta que fue ampliada hasta el 2025 en el Acuerdo de París. Por ahora, este monto no se ha logrado.

En el informe más reciente de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico (OECD 2023) se dice que en 2021 se llegó a 89 mil millones, pero que es posible que en 2023 se logre llegar a los 100 mil millones. Lo que aún sería insuficiente, pues de acuerdo con la organización Climate Policy Initiative estima que la financiación de la lucha contra el cambio climático debe aumentar al menos un 590%, hasta alcanzar los 4,35 billones de dólares anuales en 2030, que posibilita lograr el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

Como este recurso no es suficiente, este año, en la COP28, se espera que los países avancen en una nueva meta colectiva y cuantificable de financiamiento. De acuerdo con Sandra Guzmán, directora general de Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), organización de la sociedad civil que hace seguimiento a este tema, también esperan que se discutan otros elementos que tienen que ver con la calidad de la distribución de este recurso.

“Es decir, la nueva meta tiene que considerar los 100 mil millones como base, pues tiene que ser todavía más robusta, pero también se deben mejorar temas como el acceso, que sea equitativo en su distribución temática, como mitigación, adaptación y pérdidas y daños, este último aún no reconocido por países desarrollados. Y sobre todo, un tema muy importante es lograr que la cantidad se base en las necesidades de los países en desarrollo, que ese es un tema muy importante”, declaró Guzmán.

También se esperan discusiones sobre la transparencia de este fondo, pues al aumentar los recursos, se plantea el desafío de medir y rastrear este tipo de financiamiento para que se use realmente en acciones que ayuden a reducir el calentamiento global y sus impactos, y no generen afectaciones humanas o al ambiente.

Si bien, aunque quedan muchas expectativas y tareas por resolver este año en la COP, es innegable el desánimo que rodea estas negociaciones. Para Margarita Flórez,  hay un reconocimiento global de que el proceso no está caminando a la velocidad que debe caminar. “De seguir como vamos, el punto de no retorno se acerca y se sobrepasa velozmente, mientras que las discusiones también aumentan sin llegar a acuerdos decisivos. La ausencia de las cabezas de los países más contaminantes demuestra el poco interés en asumir responsabilidades”, concluyó Flórez.

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